Hace casi un año exacto, en la mañana del 13 de agosto de 2007, después de pagar la mitad de lo convenido a los chicos de la mudanza y supervisar como introducían mi querida moto en el pequeño camión que habían traído, di un último vistazo al apartamento desoladamente vacío donde había residido los últimos dos años, tomé mi maleta y cerré la puerta.
Seiscientos dieciocho kilómetros después, muy de madrugada porque soy de los que sin conducir deprisa se entretienen por el camino como si cada viaje fuera una pequeña aventura, la exploración de un territorio nuevo y desconocido, alcancé mi nueva residencia: un pequeño apartamento en un último piso del barrio barcelonés de Sant Andréu. Mi novia, que llevaba residiendo allí algo más de un mes, estaba en esos días de mediados de agosto con sus padres, en Castellón, y cuando aparqué el coche en una calle próxima y apagué el contacto, sabía que no habría nadie para recibirme. Quizá por esa razón o quizá por el cansancio acumulado, me quedé un rato allí sentado, con las ventanillas bajadas, sintiendo la noche fresca.
Algo me decía que el momento era trascendente, que en el instante en que abriera la puerta del coche y pusiera pie a tierra se consumaría el plan laboriosamente trazado dos meses antes. Así que repasé mentalmente la llamada de Aena ( “¿José Manuel?, Sí, buenos días, oye, enhorabuena, estás dentro” ) y las escapadas de fin de semana a Barcelona para buscar apartamento con la agencia de turno ( “¿No les gusta?, a pesar del aspecto les aseguro que con unos arreglos… se trata de un apartamento muy bien situado… Bien, no se preocupen, sé perfectamente lo que necesitan ustedes” ) y los tímidos reparos de mis padres, mis amigos, mi jefe, mi entorno en general, a mi nueva aventura laboral y vital ( “¿Estas seguro?, ¿a Barcelona?, mira que allí son…”).
Y al final lo había hecho, estaba allí sentado a las dos de la madrugada, a 618 kilómetros de familia, amigos, ex-jefe, y de toda una vida centrada en torno a esa ciudad castellana que me es tan querida, que fue escenario de reyes y emperadores, de rufianes y fugitivos, de combates a espada y rebeliones con navaja, de mil años de cañas y tapas y donde, como dice Sabina, el mar, simplemente, no se puede concebir.
http://diegocg.googlepages.com/Pongamos_que_hablo_de_Madrid.mp3
Sí, allí estaba, tan cansado del viaje como orgulloso de mi decisión. Y como quiera que siempre me he considerado un tipo abierto, tolerante, no creía en las predicciones agoreras de familiares y amigos, de locutores rabiosos en emisoras de orgullo patrio, sino en la capacidad y el derecho de cualquier hombre a viajar y establecerse en cualquier parte. Catalanes en Madrid o madrileños en Barna, ¿qué más da?: la vida toda es una gigantesca oportunidad y el mundo un lugar demasiado pequeño para trazar líneas divisorias que cierren el paso.
Así que subí las ventanillas, abrí la puerta, y puse el pie, a la vez con humildad y con orgullo, en tierras catalanas.
6 comentarios:
Pues espero que en el último año se hayan confirmado tus esperanzas e ilusiones y desaparecido tus temores.
Bien, veo que tenemos chico nuevo en la blogesfera...
Benvingut!!
Hola, strato, al hablar del pasado he dejado el relato un poco en suspenso y mi opinión actual en un velado misterio que desvelaré, eso sí, en un próximo post socio-político que aún tengo que meditar. Pero sí, te aseguro que sigo en general muy contento con haber venido a Barcelona y nada de lo que he visto hasta ahora me ha hecho cerrarme o arrepentirme. Por cierto, tengo el estómago hecho una porquería y he perdido 2,5 kg , ¡cuando me veas no me reconoces!
Dani, muchas gracias por la bienvenida! Espero nos veamos pronto, real o virtualmente!, por cierto, ¿dónde te hiciste ese retrato "manga" de ti mismo?,¿qué página?
Jose, esta genial todo lo que escribes y como lo escribes.
Sabes que me alegro mucho de como te van las cosas, y ya te he comentado alguna vez que todo es merecido con creces.
Siento, personalmente, si alguna de mis previsiones fue agorera respecto a Bcn, aunque si fue asi, creeme que surgieron de la experiencia de varios de mis compañeros de trabajo, hermano, etc...
Es genial que te sientas como en casa, y que la acogida este siendo magnifica....aunque ya sabes que aqui casas no te van a faltar, y Copas de Europa tampoco ;).
Un abrazo.
se me olvido mi logo..jiji
jajaja, César, mola un montón el logo!, muy chulo, ¿de dónde lo has sacado?
La verdad es que cuando hablo de
"predicciones agoreras" en ese post no se me había ocurrido pensar en ti, de hecho siempre he considerado que cualquier reticencia tuya hacia Barcelona o Cataluña se limitaba al fútbol y siempre en clave de sarcasmo, como lo de las Copas de Europa (jajaja, lo que me he podido reir. Hay algún culé por aquí, seguro que también se parte!).
Bueno, supongo que tu compañero, tu hermano y yo formamos parte de una estadística y por ahora esta sigue a la contra pero quizás con menos fuerza que antes, 2-1 en vez de 2-0.
Un abrazo enorme,
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