miércoles, 13 de noviembre de 2013
domingo, 30 de diciembre de 2012
Salud y enfermedad: volver a apostar
viernes, 6 de abril de 2012
Las mentiras
martes, 22 de noviembre de 2011
¿Para cuando una reforma de la Ley Electoral en España?
Un partido nacionalista, que plantea legítimamente su independencia del estado (y conste que estoy a favor de los referéndum de autodeterminación), no puede ser, por pura coherencia, una piedra angular de la política nacional del país del que dice no sentirse ni querer formar parte. Esto hay que cambiarlo YA!. La ley electoral es arcaica, acaba en lo absurdo, como la monarquía o la pena de muerte. El derecho de voto es y debe ser de los ciudadanos, de cada mente pensante, y no de los territorios! Los territorios no tienen derechos, las personas los tienen.
sábado, 13 de agosto de 2011
Tantas cosas que enseñarle
A medida que esa barriguita portaequipajes se hinchaba y Cristina cambiaba su centro de gravedad, he ido asumiendo la idea, al principio increíble, de que soy el origen de nueva vida, responsable de una criatura que empezará sólo llorando y mamando pero que desde el principio estará pendiente de mí y de todo cuanto pueda enseñarle.
Resulta curioso que mi interés durante este tiempo de embarazo haya obviado las cuestiones médicas y biológicas –que sumisamente he dejado a los profesionales y a la madre naturaleza- para centrarme en cambio en temas de educación y desarrollo cognitivo del niño, desde Piaget a Carlos González, pasando por el obtuso Dr.Estivill. Y resulta curioso este abandono mío de las cuestiones biológicas –digo- porque la mente, y en concreto la inteligencia, no deja de ser un accesorio de lujo en el vehículo básico, en el chasis frágil pero fundamental, de nuestro cuerpo. Lo primero debiera ser sobrevivir, lo segundo aprender. Pero no es así, en el hombre al menos no es así, y ambas tareas se mezclan indistinguiblemente. Y por eso sé que esa niña diminuta que surgirá de las entrañas mismas de Cristina, no dejará de observarme, de fijarse en mí y tomarme como ejemplo desde el momento mismo en que salga a la luz y tome, ansiosa, su primera bocanada de aire. Por alguna razón, no me preocupa tanto su supervivencia como entidad biológica, no me quita el sueño saber de sobra que enfermará por culpa de diminutos microbios, que alguna vez padecerá de fiebre sin motivo o que un día aún lejano volverá a casa con la bicicleta a cuestas y las rodillas desolladas. Tengo la confianza de que, en la naturaleza, la vida se abre camino de una forma u otra, siempre hacia delante. En cambio, la tarea de educar a esa niña de una forma ética, de enseñarle lo fundamental del mundo, del hombre, de la historia, del lenguaje que un día le permitirá comunicar sus ideas al mundo,…todo eso me resulta abrumador. Y supongo que es así porque, al aceptar mi papel de maestro, me pregunto qué he aprendido yo, qué sé y qué ignoro, y si conozco el método y la manera de enseñarle las pocas cosas que creo saber, de trasmitirle la curiosidad sobre todo aquello que aún no entiendo. Me gustaría que partiese de ahí, que sabiendo cuanto yo haya podido enseñarle, mucho o poco, ella siga adelante y me supere. No me malinterpreten, por favor, no hablo de logros banales, no necesito que sea una investigadora de reconocido prestigio o la primera mujer en pisar Marte, pero sí quisiera que habiendo aprendido lo distante de ese planeta o los cambios climáticos por los que pasó antes de convertirse en un desierto de arenas rojizas, se sienta fascinada cuando la humanidad encuentre allí un huella de vida. No pretendo que sea ella quien protagonice el hallazgo, no necesito que la encumbren con un Nobel o la asedien con micrófonos en ruedas de prensa, sólo que escuche atenta la noticia en el televisor -acaso mientras corta unas cebollas o prepara la comida de mis nietos, largo tiempo después de que yo me haya ido- y se sienta profundamente conmovida, plenamente consciente de lo que tal hallazgo significa para la humanidad.
Y no me importará si al día siguiente regresa a su empleo de esteticista en una peluquería de barrio o de cajera en un gran supermercado, perdida entre hileras e hileras de gente que esperan impacientes que les cobren. Me bastará saber que tiene el deseo de conocer, la sensibilidad para apreciar cuanto aprenda y la fascinación por el mundo que, desde su nacimiento, yo pretendí infundirle.
viernes, 3 de junio de 2011
Manifiesto por Gavà
MANIFIESTO POR GAVÀ
“Por una democracia real”
Los ciudadanos de Gavà hemos constatado, como tantas otras poblaciones de este país, la separación que en la “democracia” actual existe entre el “deimos” (pueblo) y el “krátos” (gobierno). Habiendo comprendido que es preciso un avance significativo que nos conduzca a una mejora del concepto de democracia y a su implantación real como modelo de gobierno, los abajo firmantes, que tenemos sólo en común ser hombres y mujeres libres y estar francamente indignados, damos nuestro apoyo a las siguientes aseveraciones, que conforman la base de nuestra reivindicación y sobre las cuales hemos alcanzado un total acuerdo:
El único acto democrático real en la vida de los ciudadanos tiene lugar con una periodicidad de 4 años y se limita a refrendar alguno de los programas electorales que los partidos llevan en sus campañas. No existe responsabilidad alguna en el cumplimiento de dichos programas más allá del riesgo de perder las siguientes elecciones, algo que para el ganador siempre es posible soslayar durante sus 4 años de mandato gracias a un dominio férreo sobre los medios de comunicación masivos, al que sólo Internet, por su carácter intrínsecamente diversificado, ha escapado. Para el ciudadano tampoco existe la posibilidad de negar todas las opciones electorales posibles: el voto en blanco no implica escaños vacios y no existe un límite de participación por debajo del cual unas elecciones queden anuladas. Siempre habrá un ganador y siempre un congreso o parlamento lleno.
Los mencionados partidos, una vez alcanzado el poder y para mantener el mismo, no dudan en ser las meretrices de cualesquiera otro poder (económico, como los bancos, o social, como los sindicatos) que les asegure la reelección, poniendo el bien del estado al servicio de intereses privados, particulares o, en todo caso, no generales.
Todo esto nos indigna hasta el punto de tomar la determinación de actuar de forma pacífica y organizada para cambiar el sistema y sustituir la mal llamada “democracia” actual por una democracia que hemos dado en llamar “real” por cuanto que tiene al ciudadano como variable fundamental de la ecuación política, y estrecha la distancia entre él y el acto de gobernar.
En Gavá, junio del 2011