miércoles, 21 de enero de 2009

El turno de Obama


Ayer tarde, después del discurso de investidura de Barack Hussein Obama, escribía en el facebook de mi amigo Juan: “En eso tienes razón, mejor pragmático y trabajador que buen orador!. Aunque en su momento no quise dejarme llevar por el entusiasmo, admito que tengo la esperanza, la ilusión, de unos States distintos, que aprovechen su tremendo poderío para hacer..., no sé, tantas cosas que en el mundo están por hacer.”

Y así es. No me importa el discurso, no me importa su raza, por mí como si quiere tener tres becarias insaciables. Lo que ese hombre tiene que comprender es que ser el Presidente del país más poderoso de la Tierra es una responsabilidad que no puede circunscribirse únicamente a su enorme e imponente nación.

A menudo me ha gustado imaginar unos Estados Unidos que fomentaran y lideraran unas Naciones Unidas donde primara la democracia, donde el número de escaños de un país en ese foro fuera proporcional, entre otros factores, al número de bocas que alimentar, y donde no existiera la aberración, el tremendo absurdo, que supone el “derecho a veto”. Porque, ¿cómo se puede alabar y desear un sistema político para uno mismo y a la vez justificar y avalar su ausencia en el foro internacional?.
Luego pienso en su ejército, lo conozco bien, a los 17 años yo era un pequeño experto en armamento y a punto estuve de alistarme en las fuerzas aéreas a cambio de una beca para estudiar ingeniería aeronáutica en una universidad como Purdue. Es realmente una maquinaria imponente, en todos los terrenos, aire, mar o tierra. Una flota completa, como la Sexta, que tan bien conocemos en el Mediterráneo, tiene mayor poder de fuego que todo el ejército de algunas naciones desarrolladas (como la nuestra). ¿Se imaginan esa maquinaria liderando e impidiendo las masacres ejercutadas por caciques africanos, deteniendo guerras civiles fraticidas, apoyando a fuerzas civiles humanitarias y ejerciendo, en definitiva, no como un ejército imperialista sino como parte de una policía mundial dirigida y supervisada por un parlamento democrático en el seno de las Naciones Unidas?. Seamos sinceros: hay otras naciones que tienen una gran capacidad militar, antes Rusia, pronto China, algún día la India, pero los demás países no esperamos de ellas lo que esperaríamos de Estados Unidos. Por eso nos ha llamado siempre tanto la atención su indiferencia, su apatía e incluso su desprecio por estas cuestiones que plantean un orden mundial más justo. Sin embargo –insisto- Norteamérica ganaría tanto en prestigio, colaboración y cooperación adoptando una postura coherente con la democracia que ensalza y defiende.

Como decía antes, tengo ilusión, pero eso no significa que me haga ilusiones. Obama empezará lo primero por tomar el pulso a asuntos de índole interna. En ese aspecto, tiene cuestiones fundamentales sobre la mesa. La crisis económica es la más notoria y la más difícilmente abordable. Le siguen la sanidad, la educación y el cambio climático. En realidad todas ellas tienen un denominador común –escuche bien Sra. Aguirre- ya que en todos los casos existe en ese país un exceso de liberalismo: bolsas y mercados que rebajan o incrementan el precio de los alimentos hasta el punto de hacerlos parecer ridículos, innecesarios, o imposibles, prohibitivos, como si el mundo no necesitara comer y los repuntes de la bolsa bastaran para alimentarlo; nadie tiene la culpa –claman- ¡es la oferta y la demanda!. Una sanidad que no cubre al desempleado porque presume que en un país con oportunidades para todos nadie está sin empleo si no quiere, ¡cada cual que pague sus gastos médicos!. Una educación que se hunde lentamente -como decía el fallecido Carl Sagan- en la celebración de la estupidez, en la superstición y el Creacionismo, mientras sólo los más afortunados pueden pagarse una educación con miras más amplias, en caras y prestigiosas universidades. Y un sistema energético, derrochador como ninguno, que prefiere –porque le sale más barato, de nuevo oferta y demanda- terminar con las reservas de un combustible del pasado antes que empezar a invertir ya en la creación de alternativas limpias para el futuro. ¡Buff!, buena suerte, Mr. Marshall: sólo encauzar todo eso le llevaría a cualquiera los cuatro años de legislatura. Por eso, no creo que haya grandes cambios, todavía no, en aspectos internacionales. Sencillamente, Obama estará demasiado ocupado. Me conformo en realidad con que, gracias a este nuevo presidente y sus ideas más plurales y avanzadas, los americanos y americanas vayan poco a poco saliendo al mundo, integrándose en él, no invadiéndolo, reconociendo su diversidad y haciendo suya una historia común, planetaria, que nace en los pueblos del valle del Éufrates, hace ocho mil años, y no en el fervor patriótico de los últimos trescientos.
Veamos qué pasa, es el turno de Obama.

5 comentarios:

Dani R. dijo...

Yes We Hope

Anónimo dijo...

Eres un iluso. Demasiada confederación intergaláctica nos ha dejado tocados.

Will Parker dijo...

Querido anónimo (¿tanto cuesta escribir tu nombre?), no soy iluso, sino que tengo ilusiones, o como menciona Dani un poco antes, "esperanza". Y sí, algunas pelis de Star Trek he visto, aunque sobre todo quedé marcado por la novela "Fundación", de Asimov, que te recomiendo encarecidamente para que pases a formar parte cuanto antes de nuestro imperio galáctico.

Anónimo dijo...

no cuesta nada escribir mi nombre, pero me gusta más ser anónimo. espero que no te hayas tomado a mal lo de íluso, pero es que los optimistas me daís dolor de concienccia.

saludos neuropsicologo. (era algo así no?)

fdo anonimo.

Will Parker dijo...

No, no te preocupes, misterioso anónimo, no me lo tomo a mal, entiendo que haya quien prefiera hablar sin darse a conocer, aunque no sea mi opción. En mi blog, mientras respetes, serás respetado. Y con esa premisa, que sostengo en firme, todo el mundo es bienvenido.